Mucho más que un parque de atracciones
- Viajestfg
- 30 mar 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept 2020
Cuando el pueblo se divierte, no piensa en la política, ese es el argumento que utilizó Georg Carstensen para convencer al rey Cristian VIII de Dinamarca de la necesidad de llevar a cabo ese hermoso proyecto que a día de hoy es uno de los parques de atracciones más singulares y más antiguos de todo el mundo.

El parque de atracciones Tivoli, se encuentra en la capital de Dinamarca, Copenhague y fue construido a mediados del siglo XIX, con su inauguración en 1843. En aquel entonces, el parque fue construido fuera de las fronteras de la ciudad, pero con la ampliación de la misma, Tivoli se encuentra en su parte sur. Como consecuencia de su gran éxito, con el paso de los años, se han construido edificios importantes de la ciudad a su alrededor como el Ayuntamiento de Copenhague o la estación central, llamada Københavns Hovedbanegård (no intentes pronunciarlo jaja) un equivalente a la “Grand Central Station” de Nueva York.
Pero el parque Tivoli no es solo un parque de atracciones convencional y la verdad es que nos dimos cuenta nada más entrar. Ya la estructura de la entrada es cautivadora, con el nombre del parque en dorado en lo alto. Al entrar, había una especie de mostradores donde podías comprar el tíquet, su precio fue de 18 euros aproximadamente. Nos pareció bastante asequible, muy asequible, para la maravilla que teníamos ante nuestros ojos, pero luego nos dimos cuenta que el precio de la entrada solo incluye el acceso al recinto. Si querías subir a las atracciones tenias que pagar a parte y el precio oscilaba entre 7 y 12 euros dependiendo de la atracción.
Nada más entrar el color de las flores y el verde del césped nos cejo por completo. En vez de parecer un parque de atracciones parecía un auténtico jardín con flores exóticas y árboles que jamás había visto. Y es que al saber el significado del nombre de este parque lo entendimos. Tivoli es una ciudad de Italia donde se encuentra uno de los jardines más hermosos del Renacimiento. Lo que más nos sorprendió es ver a la gente sentada en hamacas en el césped leyendo libros o simplemente disfrutando del paisaje.

Quedamos paralizados al ver el edificio del restaurante Nimb. Por un momento pensamos que nos habíamos teletransportado a algún país árabe. Pero este restaurante no es el único que se encuentra dentro del recinto. También podrás encontrar La Fragata III de San Jorge, un enorme barco convertido en restaurante, situado en el lago del parque. Por el momento no teníamos la impresión de estar en un parque de atracciones, pensamos que esto no tenía nada que ver con Portaventura o con Disneyland.
Una vez pasados los restaurantes y la zona de jardines, con escenario para espectáculos incluido, vimos lo que estábamos buscando: las atracciones. Podías subir a los inocentes caballitos como a una gran montaña rusa. Nosotros optamos por la segunda opción y después de abonar los 10 euros correspondientes, subimos a la montaña rusa. En ese momento estaba un poco asustada, pues se trataba de una de la montañas rusas más antiguas del mundo, pero finalmente fue una experiencia con mucha adrenalina.
Ya eran casi las 19:30 de la tarde y cuando pensábamos que lo habíamos visto todo, el parque nos sorprendió una vez más. Con la caída del sol todas las luces del parque se encendieron, había luces de colores en todos los lados: en los puentes, en los edificios, en las atracciones, hasta en las flores. Ver el lugar iluminado fue la forma de poner el broche de oro a una de nuestras mejores experiencias de nuestra vida.

Una anécdota curiosa
El rey de la fantasía, de los sueños, de la magia y de la diversión, Walt Disney, no tuvo ninguna duda cuando visitó el parque de Tivoli. ¡Esto es lo que quiero!- dijo. Este hermoso parque de atracciones sirvió como inspiración al creador de Mickey Mouse para crear su Disney World Resort en el estado de California, EEUU. Según Forrest Bahruth, director de Espectáculos de Disney World Resorts, él quería crear un lugar maravilloso, así que empezó a viajar alrededor del mundo y cuando vio los jardines Tívoli, se enamoró.
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